El rey Midas en Yamasá
Cuenta la leyenda que el rey Midas había pedido al dios Dionisio que todo lo que tocara se convirtiera en oro. No pasó mucho tiempo para que el rey se diera cuenta de que el oro no se puede comer, beber, ni respirar.
Esa leyenda basada en hechos imaginarios guarda una verdad muy real. Una verdad que a pesar del tiempo la humanidad no termina de aprender.
La comunidad de Cotuí y demás que circundan una de las minas de oro más grandes del mundo son un testimonio viviente de la leyenda del rey Midas. El oro que tienen su tierra les ha dejado sin agua y sin aire. A pesar del alto valor del mineral, esas comunidades viven en la miseria.
Ahora quieren expandir operaciones mineras a la zona de Yamasá. Y por lo visto, están dispuestos a imponer sus intereses económicos por encima de los derechos de las comunidades.
Albergo la esperanza de que la sensatez se imponga y se valore el potencial de esas tierras para agricultura y la importancia de esos ríos. Espero que esas comunidades no tengan que ver su sangre derramada para hacer valer sus derechos.
Hay que reconocer que nuestro país vive momentos desesperados en cuanto a su economía. Décadas de corrupción y más de un año de pandemia han dejado una alta factura.
Esta situación nos hace vulnerables.
Algo parecido a cuando en una familia hay tanta necesidad que se empeñan hasta las sábanas. Pero hay límites.
Un último deseo: si los pocos escrúpulos de algunos pretenden aprovecharse de nuestra desgracia, que el pueblo tenga la determinación de mantener en alto nuestra dignidad.