El tránsito de vehículos pesados en la ciudad
Física y matemáticamente nuestras calles perdieron la capacidad para recibir tan alto volumen de vehículos transitando por ellas.
Física y matemáticamente nuestras calles perdieron la capacidad para recibir tan alto volumen de vehículos transitando por ellas.
SANTO DOMINGO.- Todo ciudadano que piense como tal, sin importar edad o clase social, no podrá aceptar en su sano juicio que patanas, tanquetas y volteos transiten sin control, como dueños de nuestras calles, por el centro de las ciudades, como ocurre en Santo Domingo, Santo Domingo Este y otras ciudades. No solamente porque afecta el turismo, sino porque es una agresión a nosotros mismos como ciudadanos y pone, además, en peligro nuestras vidas y las de nuestros familiares.
El Estado invirtió millones de pesos para construir una carretera de circunvalación como vía de escape o desahogo para liberar de tapones y congestionamiento a la vieja ciudad del país, ubicada en el Distrito Nacional, y a la nueva provincia de Santo Domingo. Sabemos que esta es una obra muy importante y ayuda a resolver el mismo problema a otras muchas comunidades de ambas demarcaciones provinciales.
Pero resulta que los camioneros, como les llamamos en el lenguaje cotidiano, han impuesto su propia ley, sin que haya una acción de control efectivo por parte de las autoridades correspondientes, para evitarnos no solo el peligro y cuidar nuestras vidas, sino para preservar las buenas condiciones del pavimento o asfalto de nuestras calles, que le cuestan tanto dinero al pueblo.
Aunque estamos seguros de que las autoridades que tienen que ver con el control del tránsito han realizado sus esfuerzos para resolver la situación mencionada, no han podido lograrlo. Debemos evitar que estos sujetos desaprensivos afecten nuestra vida ciudadana cuando transitamos por las calles de ciudades. La realidad nos dice que debemos abordar el problema planteado con suficiente coraje, inteligencia, sistematicidad y administración efectiva para evitar el paso de vehículos pasados por el centro urbano de los sectores mencionados y otros lugares.
Debemos saber que este problema no solo debe abordarse desde las instituciones del Estado y desde la municipalidad, pues en él deben también intervenir, como parte de la problemática, las asociaciones o gremios de los empresarios dueños del transporte de carga o vehículos pesados. Con respecto a los choferes, creemos que hay educarlos cívicamente. Estos dos sectores deben colaborar con las autoridades para resolver el problema. Se hace necesario legislar para establecer un riguroso orden jurídico que establezca el pago de multas que afecten económicamente, en caso de violación, tanto a los choferes como a los propietarios de esos medios de transporte de carga.
Esperamos que, conociendo muy bien al ministro de Obras Públicas y a los alcaldes de los municipios de las dos provincias mencionadas, se pueda establecer una mesa de diálogo para la discusión y solución del problema del tránsito de vehículos pesados por las vías del centro de nuestras ciudades. Física y matemáticamente nuestras calles perdieron la capacidad para recibir tan alto volumen de vehículos transitando por ellas. Los camiones y pantanas aumentan los tapones y le dan el tiro de gracia al libre tránsito por la ciudad.