La inflación en RD: factores más allá de la pandemia
Este nuevo aumento, por factores internacionales, ha encontrado como base una inflación en todos los productos en existencia o inventario en el comercio y establecimientos de expendio del país.
Por:RAFAEL NINO FEELIZ
Desde que me casé hace más de treinta años, mi esposa y yo hemos llevado organizadamente la agenda de la compra o adquisición de todo lo que se consume en nuestra casa, lo que se considera como productos básicos de la canasta familiar. Hemos pasado tres décadas viendo el aumento de los precios con sus respectivas especulaciones y su cambio de sellos con sus respectivos aumentos de precios. Nos hemos entrenado en esa guerra del día a día. Nada ha bajado de precio. Lo que sube es eterno e infierno, a la vez. En otros países un producto puede durar años sin que se le aumente de precio. Aquí, por el contrario, se le aumenta casi todos los meses y varias veces al año.
En los años noventa, al inicio, el país vivió una gran crisis de escasez de productos en el mercado. Tuvimos que traer azúcar de Puerto Rico. A mí me tocó traer una funda de azúcar en la maleta. Especulación, alza, y el desabastecimiento crearon un pánico por varias semanas. La falta de gasolina era una cosa espantosa. Largas y kilométricas filas de vehículos para comprar combustible. Sólo se vendía uno o dos galones por cada auto. Esa época marcó nuestras vidas. Y llevamos como un registro contable todos los precios de los productos cada vez que vamos a los puestos de venta. Somos casi una encuestadora ambulante de control de precios.
Todo el país sabe que en cada alza de precios, hay factores de costos y también de escasez, pero también existe en el país una vocación a la especulación extrema. Hemos visto, por más de veinte años, cómo en los negocios de expendio de mercancías de consumo masivo, los dueños de dichos establecimientos, cambian los stickers todas las semanas, por simple agiotismo y capricho. La situación se ha puesto tan difícil, que la gente ya no sabe qué hacer con el aumento de los productos de consumo diario. La propia clase media ya perdió su capacidad de ahorro. ¡Eso es mucho decir…!
En tres fundas en una mano, usted pudo haber pagado tres o cinco mil pesos, dependiendo del tipo de mercancía. Si es pescado o carne, podría en la misma cantidad de fundas, llevar diez, quince o veinte mil pesos. Una libra de pescado cuesta o vale entre 500 y 900 pesos. ¡Nadie sabe cómo vive la gente pobre! Y si usted tiene un sueldo mínimo, la matemática no le cuadra. Es casi cómo si le metieran las manos en los bolsillos. Ya casi nadie ahorra, si tiene un sueldo bajo.
Pero hablemos de la inflación actual; está que huele a pandemia y se produce, en parte, por múltiples factores externos. A nivel internacional, la pandemia ha afectado el normal proceso en que operaba la globalización, tanto en lo relativo a la producción de mercancía, como también en la cadena de distribución. Además de la crisis energética en muchos países y el abandono de los puestos de trabajo por motivo del control del virus; los costos de transportación marítima de mercancías, dentro y fuera de las fronteras, han impactado de manera directa los precios de los productos.
Aunque lo anterior es a escala mundial, ya la República Dominicana había sufrido durante décadas un alza excesiva e incontrolable de precios, antes y durante el inicio de la pandemia; y este nuevo aumento, por factores internacionales, ha encontrado como base una inflación en todos los productos en existencia o inventario en el comercio y establecimientos de expendio del país. Lo cierto es que, cuando se normalice el problema internacional, nuestro país mantendrá posiblemente, como de costumbre, los altos precios en sus productos. ¡Y peor aún, con una moneda que ha perdido enormemente su poder adquisitivo!